Tras inventar hace años el llamado ‘acero verde’, la ingeniera india Veena Sahajwalla sigue sorprendiendo con la creación de nuevos materiales a partir de desechos.
Los desechos globales crecerán un 70 % para 2050, calcula el Banco Mundial, que detalla que los países de ingresos altos —que representan el 16 % de la población mundial— generan más de un tercio (34%) de la basura del planeta.
La Alianza Global de Recicladores indica que hay 15 millones de recolectores informales de basura en el mundo, y que la mayoría son mujeres, niños, ancianos, migrantes o minorías. Según ONU Hábitat, los recicladores son fundamentales en la economía de los desechos porque llegan a recoger entre el 50 y 100% de la basura sin coste para las ciudades.
En este contexto, Sahajwalla se plantea por qué la sociedad desprecia tanto a los recicladores informales. ¿Por qué no se crean sistemas para valorar su trabajo? ¿Por qué se tiran a la basura tantos materiales valiosos?
Estas inquietudes persiguieron Sahajwalla durante sus estudios. Primero, en ingeniería metalúrgica en el Instituto de Tecnología de la India de Kanpur, en el norte del país, donde se graduó en 1986. Fue la única mujer de su promoción. Después, durante su maestría y doctorado en Canadá y Estados Unidos; y finalmente en Australia, donde empezó su larga carrera en la universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), en Sidney.
Con los años, Sahajwalla se transformó en una verdadera experta, recibiendo reconocimientos y becas por su trabajo. Hasta llegó a ser nombrada como mujer del año en 2018 por la versión australiana de la revista de moda Harper’s Bazaar. A diferencia de la gran mayoría de proyectos de reciclaje, sus ideas se fundan en una investigación científica rigurosa y profunda.
En 2005, Sahajwalla inventó una tecnología pionera: el acero ecológico. Es un proceso mediante el que neumáticos viejos y plásticos reciclados se utilizan en lugar del coque y otros tipos de carbón —que son fuentes de energía no renovables— para fabricar acero. El mayor productor de este material en Australia, Liberty OneSteel, adoptó esta nueva técnica y la patentó como Tecnología de Inyección de Polímeros. Ahora se utiliza gracias a licencias en otros países en Asia y en Europa, y Liberty dice que aumenta la eficiencia energética un 3 % y ahorra hasta el 35 % en costes de carbón.
Sahajwalla ahora está experimentando con lo que llama «minas urbanas»: pequeños laboratorios donde viejos ordenadores, teléfonos y otra basura electrónica son aprovechados para extraer metales —oro, plata, cobre— y darles un nuevo uso. Con una inversión inicial de 370.000 dólares, creó su primera mina urbana en el Centro de Investigación y Tecnología de Materiales Sostenibles (SMaRT) en la UNSW. Espera que pueda dar beneficios en dos años.
Vía El País